
1) La calidad del agua. Utilice preferiblemente agua
mineral. Las aguas duras modifican el gusto del café. No utilice agua ya
caliente para reducir el tiempo de preparación. El agua tiene que calentarse de
manera gradual.

2) Las dosis correctas. Vierta el agua en la caldera sin
superar el nivel de la válvula y llene
completamente el filtro de café sin prensarlo.

3) Sobre el fogón. Hacerlo a fuego lento. Cuanto más
lento es el hervor, mejor resultará
el café y no se arriesgará de quemar la guarnición, que
de todas formas te aconsejamos cambiarla regularmente. Ten alzada la tapa de la
cafetera y así evitar que se precipite la condensación del vapor y altere el
gusto del café. Cuando el café está listo, saca la cafetera del fuego y evitar
sobre todo hacerlo hervir.

4) Antes de tomar el café. Antes de servir el café,
mezclarlo con una cucharilla dentro de la cafetera para que la densidad sea
uniforme. Bébalo apenas hecho para apreciar mucho mejor el aroma y el gusto.

5) El mantenimiento. Limpia en profundidad la cafetera
cada vez que hagas café. No usar bajo ningún concepto jabones o detergentes,
limpiar sólo con agua caliente. Limpia el filtro con muchos escrúpulos para no
dejar residuos y depósitos.
Para una cafetera nueva o no usada desde hace tiempo, haz
dos o tres cafés con poca cantidad de café molido antes de utilizarla a pleno
rendimiento. Después de su apertura, traspase el café molido en un recipiente
cerrado herméticamente y conservarlo en el frigorífico para mantener inalterado
su aroma